MARGA LAFORET siempre está en el lado de las causas perdidas y tiene el arma más poderosa de todas, un micro. Cierto es que aparte del micro lo que tiene es un programa de madrugada donde llama gente que sospecha que su pareja le engaña y taxistas salidos. Estos años de lucha constante y en todos los frentes han hecho que se olvidara de algo: las personas. Por sus principios ha sacrificado amigas, novios, mascotas. Su propia personalidad ha quedado enrollada dentro de tantas banderas que ya ha olvidado ser ella misma. A eso no ayuda su carácter: Marga es ególatra, irascible y con un punto que saca de quicio a todo el que la conoce. Cuando se acuesta a las seis de la mañana después de hacer el programa, no sueña con un mundo mejor, repasa su discurso de agradecimiento en los Ondas. Y ahora cree estar más cerca que nunca de conseguirlo.
Lleva años aguantando sus desplantes, sus comentarios machistas y las migajas de su audiencia. Pero sus súplicas son finalmente escuchadas. Paco se larga y llega su momento. Pobre Marga. Cree que las promesas de sus jefes de adelantar un programa donde se respeta el turno de palabra y se habla de sentimientos iban a hacerse realidad. Esto es España a finales de los 80, la gente enciende el transistor para oír fútbol. El programa de Paco El Cóndor es sustituido por el de Jota Montes. Nuevo perro con distinto collar.
Esta es la gota que colma el vaso. Marga cree que es la hora de la mujer, concretamente de ella. Y no piensa parar hasta que le den la franja buena. Para ello está dispuesta a hacer el mejor programa, a educar a la audiencia, a subir el listón. Y si nada de eso da resultado, ayudar a Paco el Cóndor a hundir a su compañero de cadena.
Ella también cuenta con un equipo dispuesto a seguirla, aunque tampoco mucho. Juntas están dispuestas a abrirse hueco en esta guerra cipotuda. Y ganarla.