Nunca me ha interesado el fútbol más allá de aquel mundial que ganó España. Sin embargo, me resulta imposible sustraerme de las toneladas de información que se mueven a su alrededor. ¿Cómo es posible que sepa nombre y apellidos del entrenador del Barça o qué es el VAR, si no he visto un partido desde hace años? Quizá la respuesta esté al otro lado de la noticia: los periodistas que transforman una torcedura de tobillo en un drama nacional, los reporteros que matan por una declaración, los expertos capaces de recitar sin pestañear la alineación completa de la selección de Camerún de 1987, y sobre todo, los locutores que convirtieron la crónica radiofónica en la banda sonora de las madrugadas de España.
Aquellas noches de transistor instituyeron un trono que generó encarnizadas batallas mediáticas que dejaban pequeñas las gestas deportivas que se narraban en sus programas. Ese ambiente lleno de un denso humo compuesto de tabaco, ego, ambición, sudor, alcohol y adrenalina es el terreno perfecto para ubicar a unos personajes fascinantes y llenos de contradicciones, con sus grandezas y sus miserias, sus pasiones y sus traiciones. En definitiva, los reflejos de la imperfección humana con los que se construyen las buenas historias. Nunca me ha interesado demasiado el fútbol, pero creo que pasar una temporada en compañía de Paco “El Cóndor” y Jota Montes va a ser una experiencia tan divertida y emocionante que me va a convertir en un auténtico hincha de transistor.
Carlos Therón codirige la serie con Adolfo Valor
